Tras la tempestad viene la calma....y el terror.
Paseando por el paseo marítimo en Hondarribia miré fijamente hacia lo que el mar había traído, observé las ramas y los árboles desgarrados, escuché el viento que aún persistía, y todo ello despertó en mí una sensación de extraña inquietud.
La tarde llegaba a su fin y la oscuridad les dotaba de una extraña y grotesca apariencia que les daba un aspecto de criaturas vivas.
Bajé a la playa y me acerqué a un enorme tronco para constatar su naturaleza común y así ahuyentar esos pensamientos, pero al levantar el pie para tocarlo, me pareció que se arrastraba hacia mí y me gruñía. Dí un salto hacia atrás y grité, pero las olas y el viento ahogaron mis gritos y salí corriendo, tropezando con las ramas, cayendo boca abajo y arañándome el rostro al tiempo que caminaba a trompicones hasta alcanzar las rocas y trepar apresuradamente por ellas hasta llegar al paseo.
Estaba nerviosa y aterrorizada e intenté reírme de esos sentimientos absurdos e infantiles con explicaciones racionales, pero a pesar de mis esfuerzos el terror no desapareció. Había algo ahí, algo malvado.
Paseando por el paseo marítimo en Hondarribia miré fijamente hacia lo que el mar había traído, observé las ramas y los árboles desgarrados, escuché el viento que aún persistía, y todo ello despertó en mí una sensación de extraña inquietud.
La tarde llegaba a su fin y la oscuridad les dotaba de una extraña y grotesca apariencia que les daba un aspecto de criaturas vivas.
Bajé a la playa y me acerqué a un enorme tronco para constatar su naturaleza común y así ahuyentar esos pensamientos, pero al levantar el pie para tocarlo, me pareció que se arrastraba hacia mí y me gruñía. Dí un salto hacia atrás y grité, pero las olas y el viento ahogaron mis gritos y salí corriendo, tropezando con las ramas, cayendo boca abajo y arañándome el rostro al tiempo que caminaba a trompicones hasta alcanzar las rocas y trepar apresuradamente por ellas hasta llegar al paseo.
Estaba nerviosa y aterrorizada e intenté reírme de esos sentimientos absurdos e infantiles con explicaciones racionales, pero a pesar de mis esfuerzos el terror no desapareció. Había algo ahí, algo malvado.
Aquellos troncos carcomidos, podridos por la humedad y el salitre parecían tener ojos en cada una de sus grietas,
ResponderEliminarSus ramas ,cual garras desencajadas , arañaban la arena intentando alcanzar mi piel....
Esas fotos me inspiran Kristina, quedarían de miedo en un libro de relatos como ilustración.
Un saludo
Esos troncos son geniales, cuando los vi en la playa me imaginé enseguida un relato de terror.
EliminarHasta pronto