Erase una vez un riachuelo. Un riachuelo de aguas poco profundas, flanqueado por espesos juncos. Un pequeño río que a primera vista parecía insignificante, pero ante unos ojos apropiados rebosaba interés.
Esta es la historia de dos cascos de moto que nunca fueron recogidos.
Todo comenzó un día en que un casco blanco y un casco rojo de moto aparecieron inesperadamente en mitad de un riachuelo a las afueras de una pequeña ciudad. Se encontraban uno al lado del otro y sólo eran visibles por un puentecillo que atravesaba el río.
Un Maestro (de matemáticas) pasó, y no los recogió. Pensó que los objetos más sencillos de ver no eran ni los más grandes ni los más pequeños.
Al rato aparecieron dos niños que buscaban una pelota, y no los recogieron. Ante la insistencia del pequeño de querer coger el casco rojo, el mayor le convenció de que era normal encontrar otras cosas cuando se buscaba algo.
Después fue un poeta el que cruzó el puente, y no los recogió. Se sorprendió del hallazgo, esbozó unas estrofas y se fue pensativo.
Un concejal que pasaba por allí los vio también, y no los recogió. Pensó que tenía que tener cuidado con los objetos, pues su ausencia o presencia podía cambiarlo todo.
La última persona que vio los cascos fue un anciano, y no los recogió. Reflexionó sobre el apego a los objetos y que la preocupación hacia éstos podía adueñarse completamente de la vida de uno.
Y luego los cascos de moto se hundieron poco a poco. Primero el blanco y luego el rojo, pero no desaparecieron.Y no los recogieron.
Si te ha gustado, te gustará
- Un Western en la playa con miniaturas
- El Sendero
- Veo Hobbits
Esta es la historia de dos cascos de moto que nunca fueron recogidos.
Todo comenzó un día en que un casco blanco y un casco rojo de moto aparecieron inesperadamente en mitad de un riachuelo a las afueras de una pequeña ciudad. Se encontraban uno al lado del otro y sólo eran visibles por un puentecillo que atravesaba el río.
Un Maestro (de matemáticas) pasó, y no los recogió. Pensó que los objetos más sencillos de ver no eran ni los más grandes ni los más pequeños.
Al rato aparecieron dos niños que buscaban una pelota, y no los recogieron. Ante la insistencia del pequeño de querer coger el casco rojo, el mayor le convenció de que era normal encontrar otras cosas cuando se buscaba algo.
Después fue un poeta el que cruzó el puente, y no los recogió. Se sorprendió del hallazgo, esbozó unas estrofas y se fue pensativo.
Un concejal que pasaba por allí los vio también, y no los recogió. Pensó que tenía que tener cuidado con los objetos, pues su ausencia o presencia podía cambiarlo todo.
La última persona que vio los cascos fue un anciano, y no los recogió. Reflexionó sobre el apego a los objetos y que la preocupación hacia éstos podía adueñarse completamente de la vida de uno.
Y luego los cascos de moto se hundieron poco a poco. Primero el blanco y luego el rojo, pero no desaparecieron.Y no los recogieron.
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Me ha encantado. Escribes bien, y además es reflexivo, bueno, como los cuentos de Coelho y de Jorge Bucay, etc. Como tienes imaginación, te iría de perilla escribir en blogs de esta clase de literatura. Yo también escribo, no sé si has leído una narración breve que subí a Google+ que se titula Asesinato en cuatro líneas, pero al ser periodista, me va más el tema de los artículos, redacciones breves sobre un tema concreto, argumentarlo, y que llegue a todos los públicos. Bueno, como ahora nos seguimos, pues podemos leernos. Por lo que veo, tu diseño y color del blog es sobrio y muy parecido a los colores del mío: grises, negros, azulados, nada recargados. Me gusta de verdad. Qué tengas una buena semana. Agur, Adeu! Anna
ResponderEliminarGracias Anna, en esta ocasión me he lanzado a escribir mi primera Fábula con una foto peculiar que hicieron pensando que inventaría alguna historia. Me divertí mucho escribiéndola a modo de cuento.
EliminarNos leemos. Un saludo